miércoles, 31 de diciembre de 2008

Terminar de morir

He imaginado en estos últimos días de Diciembre mi muerte. Más que imaginarla la he deseado. Descubrí entonces que le temo. Soñé despierto en su llegada de golpe y sin dolor. Se lo dije a mi conciencia. Se lo recordé a mi pasado. Se lo recriminé a mi virilidad. Se lo imploré al destino. Quiero morir. Yo no soy, ni seré capaz de matarme. Hazlo por mí. Has que se apague esta luz. Quiero descansar mi dolor. Has que esta combi se estrelle. Has que de este pasadizo salga un loco y me clave un cuchillo en el pecho. Has que un delincuente enardecido me dispare un balazo en la cien. Has que tropiece y me rompa la espina dorsal. Has que mañana no despierte. Hazlo, que no quiero nunca más volver a verme llorar. Quiero morir rápido hoy que se me han acabado las sonrisas, hoy que me he quedado sólo con mi arrepentimiento. Cerrar lo ojos y nunca más volverlos a abrir. No saber nunca más de mí. Si existe el paraíso, que me excluyan de él y desvanezcan mi alma. En el infierno que me acepten pero sin memoria. Ya no quiero caminar más. Me pesa respirar. Me cuesta y me avergüenza abrir la boca para comer. Perdí las ganas de recuperar lo perdido. Me quedan las ganas de olvidarme que existo aquí. Perdí mí deseo de buscar lo soñado. Ya no veo en cielos ni jardines. Ya no escucho el cauce de aquel río. No perdono haberme mentido. Pero igual que vengan todas a hacerme creer con sus propias palabras que no hay amor, que lo divino es imposible, una vez más. Que ya no sigan los días su curso a través de mi desdicha. Que no me obliguen las agujas del reloj a obedecerlas. Fui feliz un día y me presentaron la tristeza a los 14. ¿Qué hizo para encontrarme?. No volverá a suceder. Moriré. Seguirá y seguirán sus vidas sin mí. Que me toque morir hoy. Le tengo preparado a la muerte mi desolación envuelta en papel de regalo color negro. El recuerdo dulce y doloroso de niñas que amé y no me amaron. El odio de haber sido el autor de los más grandes idioteces. Oportunidades de conocerme a mí mismo desperdiciadas olímpicamente. Hematomas en la mente de golpes emocionales que el tiempo no cura. Que venga la muerte, todo en mí ya es cadáver. Hace mucho tengo muertas mis esperanzas. Expiraron mis ambiciones. Fenecieron mis razones de vivir, agoniza mi existencia, estos son mis últimos suspiros. Quiero terminar de morir, pero que me aseguren que no volveré a verme rogando abrazos, extrañando besos, odiando lo recibido, hablándole a mi soledad, pensando en la última mujer que me rechazó, imaginando lo que no hice, callando culpas, dejando caer mis ideas, traicionando mis años de casado, recordando mi niñez, descubriendo que todavía la amo en otro mundo. Que me aseguren que desapareceré con mis pensamientos. Que no sabré nunca más de mí. Que ya no extrañaré más el beso negado. Que no me desgarrará el saber que no le intereso. Terminar de una vez por todas de estar sin ganas de nada. Dejar de asistir al sepelio de mi propio deseo...